Todos los comportamientos están formados por la interpretación de los genes y el medio ambiente.
Los comportamientos más estereotipados de los animales están influidos por el entorno, mientras que los comportamientos altamente evolucionados están limitados por propiedades innatas especificadas por los genes.
Una controversia en el mundo canino es el debate de hasta qué punto la herencia genética en cada individuo determina su comportamiento y en qué medida esto es modificable o no.
El miedo, la ansiedad, la ira, la agresión…presentan una gran influencia en la salud, en la calidad de vida de los perros y en sus interacciones sociales.
Las emociones son responsables del bienestar canino, cada vez se sabe más sobre ellas, pero los aspectos genéticos deben ser tenidos en cuenta para ello.
Estos aspectos genéticos pueden ser claves en algunos individuos a la hora de padecer determinadas patologías y conductas en condiciones de estrés.
El comportamiento de nuestro perro está muy influenciado por varios factores, la genética y las experiencias pasadas nos indican un pasado que influye en el presente, en ello podemos ayudar, pero igual hay cosas que no podemos cambiar, el entorno y el referente determinan el presente, aquí es donde más podemos influir.
Está claro que hay unos individuos con mayor predisposición genética a conductas de miedo o agresividad que otros.
Es importante tener en cuenta la herencia genética no se puede modificar, pero si podemos hacer que estés se expresen de forma diferente en función del entorno, plasticidad genética, hay que ser realistas, esto es un elemento fundamental en cualquier plan de modificación de conducta o de convivencia efectiva.
Las expectativas pueden generar mucha frustración a nuestro perro y a nosotros mismos, sobre todo si estas no son realistas, puede pesar incluso más que los propios problemas vividos.
Hay conocer los límites de nuestro perro, los nuestros y los de nuestro entorno.
No existen moldes o protocolos para todos los perros, al menos si somos realistas, quien trabaje en base a ello no es realista, el resultado garantizado en el mundo del perro, de la educación y asesoramiento canino es merecedor de duda. Debemos trabajar en base a la individualidad de cada perro, solo así podremos conseguir la convivencia efectiva en base a la felicidad conjunta.
Pero la decisión de en qué entorno trabajar, al menos al principio es fundamental para garantizar el éxito del bienestar emocional del perro. Vivir en un entorno complejo debe ser compensado de alguna manera para poder avanzar y mejorar la convivencia.
Recuerda que el entorno lo elegimos nosotros no los perros. Quizás deberíamos saber que entorno beneficia más a nuestro perro, estructurar el trabajo y la convivencia en base a ello.
Manu García.
Asesor de bienestar canino-humano.
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